El templo de las horas
se derrumba,
invierte sus entrañas,
yergue su cúpula,
observo paciente sus destellos,
son oro en el negro,
me ciegan.
Y en esta ceguera
comprendo,
el mareo que produce
la embriaguez del pensamiento,
la multiplicidad de las imágenes,
la tensión del baile
que presentan
ante mis ojos,
dos cuerpos desnudos.
El templo de las horas
implota,
tiembla hasta llegar
a las últimas consecuencias,
las que significan
féretro y podedumbre,
donde mi ceguera será
sólo otro pretexto
que los gusanos ignoran,
mientras devoran,
mi pobre poesía.
24 de octubre de 2008
19 de octubre de 2008
Sal
19 de octubre de 2008
En la textura
porosa de tu espalda
se extienden mis palabras,
ocultas para todos los demás.
Mirarás,
atada con un hilo blanco
las formas que guardan
los besos delictivos
las caricias del estupro
la malformación de la imágen.
Veo tu costado
y pretendo tu espalda
tu corva
tu joven ternura,
para hacerme un collar
de infinitos
que me saquen del letargo
y me concluyan a un costado
del crimen que he de cometer.
porosa de tu espalda
se extienden mis palabras,
ocultas para todos los demás.
Mirarás,
atada con un hilo blanco
las formas que guardan
los besos delictivos
las caricias del estupro
la malformación de la imágen.
Veo tu costado
y pretendo tu espalda
tu corva
tu joven ternura,
para hacerme un collar
de infinitos
que me saquen del letargo
y me concluyan a un costado
del crimen que he de cometer.
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