Hace unos días alguien me preguntó que se hacía con una buena idea. Yo le dije que lo importante con una buena idea es sostenerla fuertemente con el dedo índice y el pulgar hasta que deje de moverse, una vez quieta hay que darle vuelta, siempre siguiendo el movimiento de las manecillas de un reloj (si se usa un reloj digital da igual cuál sea el movimiento porque la gente que usa relojes digitales no tiene ideas). Una vez que la idea esté quieta y mareada hay que introducirla violenta y rápidamente por el recto de la persona que tengamos más cerca, si no hay nadie alrededor debe ser el recto propio y se debe decir la siguiente oración:
Santa madre de las ideas,
permite que este sacrosanto culo
se apropie de tu sapiencia
y no propague tu existencia
hasta que la flatulencia,
acto natural de la sapiencia,
haga lo propio.
Amén.
Tras decir la oración y dejar de sentir contracciones en el recto (afrontémoslo, la mayor parte de las ideas se dan en solitario) se debe caminar por uno o dos días hasta que la digestión haga lo suyo y el mundo reciba nuestra idea en forma de aire fétido y cálido. Al final, de todos modos iban a decir que era una mierda.