17 de mayo de 2008

Sexo

17 de mayo de 2008
Aún la palabra misma: Sexo, me produce un terrible asco. No importa si intento sustitur la X por otra letra o me arrastro hasta delimitar perfectamente la naturaleza sajona de la palabra. Un análisis más profundo me ha permitido encontrar que el uso indiscriminado de esta palabra concluye en una disminusión sensorial de la líbido. A veces, más por experimentación que otra cosa, me gusta llamar Sexo a distintas mujeres. Durante estos pequeños juegos he descubierto la disminución de mi pene a una expresión igual a un punto y coma en magnitud y utilidad práctica. Mañana intentaré llamar Sexo a mi madre y descubrir, por fin, la cura perfecta para el complejo de Edipo.

Del libro del profesor H.X. Mendell.