Caer
por el exhabrupto del tiempo
un hoyo en la noche
que se muerde la cola
serpiente que ha perdido sus escamas
por tallarse contra el tronco
de un árbol de piedra
Viviremos de la savia
y de los movimientos estelares
nos haremos refugio entre los espacios
atómicos de fragancias amargas
que se tienden por el hilo negro
con que se teje la vida.
Un número se contrae
se convierte en música
en un ritmo negro y púrpura
como el manto de la aurora
que nos protege de los cíclopes
y de las quimeras
¡No deje la hora que me muera
sin haber vivido de ti!
Sin haber encontrado el punto
donde todo implota
y se expande
como si fuera otro universo
otro nombre secreto
una forma más de exhalar
el azufre verde de los parques
que aparecen en las horas nonas.
Por ahora mi muerte se desliza
por debajo de la puerta
y me mira con tanto silencio
que ocupa mi transformación
aleatoria
para hacerse una navaja
que corte las promesas
que se hacen desde la madera
y se convierten en polvo.
Esta noche todo se me oculta
y no puedo hacer más que intentar
desnudarme de las cenizas
que cubren mi cuerpo.