8 de enero de 2008

Un principio

8 de enero de 2008

¿Cómo decirlo sin que suene falso o torpe? No lo sé, pero sin duda estos momentos serán perdurables en mi memoria y, si nada sale bien, también lo serán en la suya, como una pequeña cortadita en la corteza cerebral, cada que piensen en esto les arderá un poco, resultará doloros, pero suavemente, como si nada grave estuviera ocurriéndoles, pero repito, será para siempre. Todo empezó un día de invierno, no estoy seguro del dia ni del mes y por más que he preguntado por todas partes parece ser que nadie tiene una noción precisa de lo que pasó, pero es muy claro que las cosas se precipitaron con urgencia, una tras otra, sobre nosotros que mirábamos la tele o nos masturbábamos en el baño de mamá, cuándo me asomé por la ventana todo se había ido a la mierda, la realidad nos azotaba el culo de manera contundente y todo el asunto era como tener hemorroides permanentes, dolían intermitentemente, como un maldito faro cuyo mecanismo se atasca y alumbra el mismo lugar una y otra vez. Si alguien me preguntara qué fue la primera cosa que vi debo decir que fue un hombre rosa intentar romper la ventana de una casa frente a la mía, como si escapara de algo. Tampoco resultaba extravagante, los hombres rosa siempre están huyendo de algo, una mujer, un perro rabioso, una bala que tiene escrita su nombre. Pero esa es mi primera memoria del Principio.


Supongo que después levanté la mirada y me di cuenta de que en el cielo había destellos de todos colores, como la luz que pasa a través de un prisma de cristal, una descomposición plagada de pequeños detalles, podría jurar que eran los rostros de la gente que desaparecía. En un momento alguien estaba gritando en el parque y al siguiente aparecía en el cielo con una mueca de dolor, infinito, el hombre rosa ya no estaba en la calle cuando la gente se empezó a desplomar, a morir, como si su tiempo estuviera cumplido y ya nada fuera importante. Mis primos dicen que su papá se sentó antes de morir, tal vez le molestaba la simple idea de estar de pie y quedarse rígido de repente, absurdo, una tontería, nadie sabía que tanta gente moriría así, de pronto, sin una advertencia que hiciera más suave la desgracia de nosotros, los que sobrevivimos.


Lo más peculiar sin duda era el aroma, por toda la ciudad la gente afirmaría haber sentido un pequeño olor a azufre al momento de iniciar los desplomes, sin duda el Principio tenía algo de infierno contenido. A las pocas horas había cientos de fanáticos gritando que era la venganza de Dios, el cástigo por ser la Sodoma moderna, los fanáticos siempre acuden a las desgracias con rigurosa precisión, detrás de cada desgracia habrá un orate que repita constantemente que la mano de Dios está detrás de todo, el miedo a lo divino construye naciones, la ceguera hacía lo divino destruye civilizaciones.


Después del primer día la gente empezó a notar la ausencia de los hombres rosa, inmediatamente trataron de culparlos por lo sucedido pero no había ni siquiera cadáveres para apedrear, parecía que la tierra se los hubiera tragado, quizá si fueron ellos y ahora yo tengo una teoría inservible en mi cabeza, quizá los hombres rosa fueron los que mataron a todos y ahora están escondidos esperando regresar para terminar con el resto, al menos eso dicen los hombres rojos, con sus barbas cuidadas y su mirada penetrante, salen todos los día en televisión para recordarnos que si encontramos un hombre rosa por la ciudad debemos avisar inmediatamente a las autoridades, cómo si no tuvieramos suficientes problemas para estar buscando a esos inútiles. ¿De qué te sirve encontrar un hombre rosa si ni siquiera será capaz de hablar contigo? Por mi que les den por culo a los hombres rosas, rojos, negros y azules. Mi padre era un hombre azul, pero se murió mucho antes del Principio y si no hubiera sido así, ojala también le dieran por culo, así se sentíria como me sentí yo el día que abrí la puerta y lo encontré colgando en el baño. Papá era una mierda.