Ayer miraba
como si el mundo fuera largo
y el tiempo se me deparara
como una inagotable espera
de eterna juventud.
Miraba y entendía
mucho menos de lo que entiendo ahora,
como si se tratara de una trampa,
segura y distante,
que se encargaría de absorberme
y dilatarme para siempre.
Nada de lo que es entonces
será ahora,
destino, cruel, destino
que juegas con mi cuerpo
y mis memorias,
habrás de condensarte en el infierno
ante el transcurrir inexorable
de las horas.