José mira por la ventana y sabe que todo ha terminado, nada de lo que diga o haga será significativo en este momento. Se pone a rezar, reza por su vida que se termina, por la madre que deja sola, por el perro y los niños que juegan a tirarle piedras cuando pasa por debajo de su balcón, reza por todo aquello que nunca verá surgir de entre los escombros en que se ha convertido la ciudad. José escucha atentamente, hasta el último sonido sube y se le mete por la garganta y vibrando se le mete en el cerebro.
Toc, Toc
-¿Quién es?- pregunta José, sabiendo perfectamente la respuesta.
-Tu puta madre.
Las balas se meten por todas partes, José las siente en las entrañas, en la pierna, en el ojo, no puede ver nada. El momento ha llegado y aún le da tiempo para rezar una última vez. Antes de morir, José reza por la poesía.